jueves, 23 de abril de 2009

Instrucciones para comer galletitas surtidas

Instrucciones para comer galletitas surtidas. Por Agustín Baretto.

Link al texto original: Instrucciones para comer galletitas surtidas:

Antes que nada, deberá abrir el paquete contenedor de las galletitas. Para ésto, lo más conveniente es o bien sujetar con una mano el extremo superior del mismo mientras se le aplica con la otra mano un tirón seco para extraer una de las esquinas desde la cual se verterá el contenido, o bien valerse de la dentadura para lograr una pequeña incisión (que luego se agrandará con ayuda de los dedos). Este mismo procedimiento posiblemente sea de utilidad para la apertura de otros paquetes de otras galletitas o incluso de otros productos.

Una vez superada la primera etapa, estará en condiciones de pasar (como es de esperar) a la segunda. Ésta consiste en el proceso de elección de la galletita. Sería hermoso creer que no hay necesidad de detenerse en este punto, que no hace falta elegir una galletita de entre las otras, que todas son iguales y merecen el mismo respeto; pero tan solo se trataría de una utopía. Lamentablemente el ser humano es un ser ambicioso que discrimina de acuerdo a su gusto y antojo y la merienda no es la excepción.

En el caso hipotético de encontrarse solo, ésta será una tarea más que fácil dado que podrá discernir entre las distintas galletitas utilizando sus ojos para ver cuál agarrar. Pero si en cambio usted se encontrase en compañía de otras personas, entonces la elección deberá realizarse a escondidas del resto para evitar el rechazo hipócrita de sus pares (quienes, seguramente, también lo estén haciendo). Si bien no existe una escala detallada de prioridades asociada a cada galletita, podría clasificárselas en dos grandes grupos: las ricas y las feas.

Por lo general, la gente procederá a escoger en un principio a aquellas pertenecientes a la primer categorización, quedando así en el paquete una gran mayoría de galletitas del otro grupo (No existe mejor analogía al darwinismo social que la elección de una galletita surtida). Entre las “ricas” se suelen mencionar las llamadas mini-melbas, las pepitos y los anillitos (aunque dependendiendo de su color, éstas podrán ser para algunos categorizadas como “feas”). En el otro bando estarán entonces las aborrecidas bocas de dama, los bastoncitos, las gotitas de chocolate y “esas con membrillo que se te queda pegado en las muelas y el paladar que tenes que usar la uña para sacartelo, tenés”.

Llegada a esta instancia entonces, deberá usted valerse de toda su concentración y de su tacto para poder seleccionar aquella galletita de su agrado. Seguramente resulte una tarea complicada en un principio, pero con el correr del tiempo sus dedos irán adquiriendo la práctica y la experiencia necesarias para poder lidiar con una aguja en un pajar.

Por último, intente (con el mayor de los disimulos) deshacerse de los pequeños cadáveres panificados. Una opción es la de compartirlas como si usted fuese un alma caritativa, desinteresada. De manera que con la misma precisión que se valió para seleccionar una de las “ricas”, esta vez atrapará una de las indeseables para ofrecérsela a aquella persona que odie. Seguramente esta última se dará cuenta de su mala intención pero no tendrá evidencias fehacientes para demostrar su mala fé delante a los demás, de manera que se limitará a sonreir con una mirada penetrante y a asentir con la cabeza murmurando un “gracias…”

Una segunda alternativa es la de ir guardando estos restos de racismo pastelero en un frasco, lata o tupper (táper); frascos que irán resultando cada vez más pequeños frente a una creciente merma de indeseables que poco a poco irán convirtiendose en restos fósiles. Así, de repente un día el destino golpeará a su puerta materializado en forma de vagabundo, pidiendo una limosna o un poco de comida y usted verá en él la solución a todos sus problemas, la forma de quitarse de encima esa cruz de masa que ha venido cargando desde hace tanto tiempo. Ofrecerá al inesperado visitante el tupper y creerá que ha matado dos pájaros de un tiro al liberarse por un lado de las horrendas galletitas y haber hecho un acto de bien por el otro. Pero llegará el día en que los pordioseros y marginados se rebelarán, el día en que arrojarán al suelo sus restos y recuperarán su dignidad. Créame que llegará ese día en que la tortilla se vuelva y ay! ay de usted que creyó que estaba ayudando a los demás porque ese día, ese día usted dejará de ser una mini melba de la sociedad para convertirse en un pútrido e indeseable trozo de masa inerte.

1 comentario:

  1. Interesante tu reflexión... me gustaria comentar un par de cositas, y como soy uno de los autores del blog me voy a dar el gusto :)

    Yo creo que nadie puede discutir qué galletitas corresponden a una u otra clase... basta con ver cuáles tienen su paquetito individual y cuáles no.

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